Por Iván Ponce y Cristián Frêne

El trabajo de reconstrucción histórica y territorial de la Costa de la comuna de Valdivia entrega algunos elementos sobre las comunidades y su relación con los bosques de la costa de la actual provincia de Valdivia, lo que hoy se denomina Pikunwijimapu. Este trabajo cuenta con un grado importante de dificultades, ya que la ausencia documental y escasas referencias bibliográficas del área vedan el conocimiento de su historia de poblamiento y población ancestral. Particularmente en esta zona costera, y en general en toda la provincia de Valdivia, hay una tendencia a negar su pasado indígena, y con ello su presente indígena, entregándose permanentemente la imagen de que estos sectores, que fueron rápidamente evangelizados en un principio e “integrados” después, en definitiva están homogeneizados con el resto de la población, como si la historia de la Costa de Valdivia y la de Valdivia misma comenzara con la llegada de los españoles y sus fuertes, se desarrollara a través de las misiones y viera la luz, finalmente y hasta la actualidad, con la colonización alemana.
Respecto a la población ancestral, Chan Chan constituye el primer sitio arcaico intensamente estudiado que permite entender la adaptación de poblaciones orientadas a la pesca, caza de mamíferos marinos y recolección de moluscos y de recursos de bosque de bordemar.
En el siglo XVI, según descripciones del cronista Jerónimo de Bibar, la Costa de Valdivia formó parte de uno de los tres “butralmapu” lafkenche, uno constituido en torno a Tucapel, desde el río Lebu hasta el sur del río Tirúa; otro entre los ríos Cautín y Toltén; y un tercero al sur del río Toltén, “abarcando desde el sur de este río hasta un sector indeterminado entre el río Queule y el Calle-Calle”[1]. El territorio al sur de Toltén, después de la capitulación de los longko del río Bueno al sur (1793), es una zona fronteriza, que al igual que otras zonas fronterizas de la colonia, pagó el precio del contacto cercano con una sociedad colonizadora.
Desde este momento, el concepto de ocupación territorial que se le asigna al williche es restrictivo, dándole el carácter de posesión sólo a los espacios “limpios”, cercados, con huerta, y aquellos donde han levantado su ruca, desconociendo que había muchas tierras que, sin ser habitadas en forma permanente, eran tierras útiles y aprovechadas por los williches desde el punto de vista productivo, y permitían la supervivencia material y cultural de las familias. Nos referimos a los bosques, sectores de pastoreo, caza, recolección y ramoneo, además de sitios ceremoniales.
Esta situación se agudiza a partir de 1884, momento en que más al norte se comienza a desarrollar el proceso de radicación de la población indígena. En esta época, particular relevancia tiene la negación de la presencia indígena ancestral en la Provincia de Valdivia, para lo cual se levanta la tesis presente hasta la actualidad del antiguo “despoblamiento indígena casi total”, tesis sostenida principalmente por los promotores de la colonización alemana, lo que permitiría la ocupación de extensas áreas sin entrar en conflicto con anteriores ocupantes. Para los funcionarios de Estado los williches que aún vivían allí estaban, prácticamente en su totalidad, asimilados al orden social y cultural chileno.
Todo lo señalado habla de una antigua presencia indígena en el área costera de Valdivia, y una vinculación con las familias actuales.
Respecto a la relación de los humanos con los recursos naturales, en particular el bosque, se supone una relación sólida entre estos conceptos, cuya base se encuentra en la etnociencia. De este modo, se acepta una continuidad (compleja, por cierto) entre naturaleza y cultura que permite a grupos locales explicarse y representar su entorno de una manera auténtica y particular, su paisaje cultural.

[1] “Crónica y relación copiosa y verdadera de los reynos de Chile”, Jerónimo de Bibar.

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